No, ¡mira a esta chica caprichosa! El abuelo le trae esto y aquello, ¡y ella quiere pimienta! El viejo no es un androide. No puede resistirse. Ni siquiera la polla corta le molesta, la perra se la traga entera. Aparentemente no es el primero que usa su boca como un coño.
La asiática acarició suave y largamente la polla con su lengua, sin olvidar también los huevos. Trabajó cada milímetro, mientras gemía tan lánguidamente que su compañero quería follarla. Su polla cabía entre sus hermosos pechos, y sus rosados pezones se hinchaban. Se tumbó y quiso que se corriera dentro de ella. Acabar sobre su barriga le producía un placer especial. Se acarició la polla con la mano. Ojalá tuviera una asiática así, porque son todas tan temperamentales.
A mi hermano le pareció que el sexo ordinario no es suficiente y decidió manejar a la rubia en la chocolatería. Mientras te lo den - ¡tienes que tomarlo!